Para Juss, mi propio canto de sirenas.
Distingo cómo el sufrimiento perla su frente, cómo los nervios lo atenazan; me mira fijamente pero no se decide a entrar en mi planicie blanca. Huelo su transpiración, no se arriesga a malgastar su munición líquida conmigo. Los libros silenciosos que tapizan la habitación lo observan sin decir nada; ninguno consigue suministrarle el soplo de las esquivas Musas. Al fin se decide, mi virginidad lo acoge, como una vulva femenina preparada para ser colmada. Mis carnes aglutinadas en una superficie cuadrada esperan la fuerza de su punta acerada, su masculinidad, su líquido mágico, el que hará soñar a tantos. Me entreabro ante la caricia de sus ojos verdes, sucumbo como una adolescente, me abandono a mi placer. Sin embargo, parece que no quiere sentarse en su trono de marfil y comenzar con la danza demoníaca. Se acerca a mí en un momento de arrebato, mis poros están preparándose para su descarga negra, lo incito, lo espero y, finalmente, se decide. Se sienta delante de mi torre de madera e inicia su largo peregrinaje, su odisea mental en busca de una situación comprometida, alejada de lo cotidiano... Donde no importamos, ni él ni yo; me abandono, me dejo poseer, y su voz brota de mí como un ancestral canto de sirenas.
Para leer más de José Montero visita su blog: Reflexiones desde el subsuelo
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