" Me ruborizan las lecciones que quedan por dar; pero la buena Dioné me dice: "Eso que avergüenza, es precisamente nuestro asunto". Cada mujer debe conocerse bien y, según su físico, elegir tal o cual postura: no conviene a todas las formas. La mujer cuyo rostro es particularmente bonito, se echará sobre la espalda. Y es la espalda lo que deberán enseñarlas que estén satisfechas de su cuerpo. ¿Hay arrugas en tu vientre? Pues haz corno el parto, que combatía volviendo la espalda. Milanión llevaba sobre sus hombros las piernas de Atlante; si las tuyas son bellas, hay que mostrarlas de la misma manera. La mujer pequeña adoptará la postura del jinete; pero, demasiado alta, jamás la Tebaina, esposa de Héctor, se puso sobre su marido a caballo. La mujer ha de hacerse admirar por la línea de su flanco, se representará de rodillas sobre la cama, con la cabeza un poco inclinada hacia atrás. Si vuestros muslos conservan el encanto de la juventud y vuestro pecho no tiene defectos, el hombre permanecerá de pie, mientras vosotras os tenderéis sobre el lecho perpendicularmente a él. En esta actitud no os avergüence soltar vuestra cabellera, como las Bacantes, y volved la cabeza dejando vuestros cabellos en cascada. Hay mil maneras de gustar los placeres de Venus; la más sencilla y menos cansada es echarse a medias sobre el lado derecho. Pero ni los trípodes de Febo, ni Ammon, el de la cabeza de toro, serán para vosotras más seguros oráculos que mi Musa. Si hay algo que merezca confianza, son los consejos de mi tratado, fruto de una larga experiencia; nuestros versos no defraudarán vuestra confianza. ¡Que la mujer sienta el placer de Venus penetrarla hasta lo más profundo de su ser, y que el goce sea igual para su amante que para ella! ¡Que las conversaciones amorosas y los dulces murmullos no se interrumpan jamás, y que las palabras lascivas encuentren un lugar entre vuestros juegos! "
sábado, 13 de agosto de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario