Gusté la infancia sin haber gozado
el dulcísimo néctar que bebía;
pasé la adolescencia en la porfía
de estudio inútil, mal aprovechado;
la juventud se llevan Marte airado,
Amor injusto, rústica Talía,
sin acordarme que vendrá algún día
la corva ancianidad con pie callado.
Y cuando llegue, que será temprana,
¿qué empresa entonces seguiré contento?
¿La de triunfar de mí? ¡Ceguera insana,
esperar el más arduo vencimiento,
quien el día perdió con su mañana,
en la noche infeliz del desaliento!
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